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El trébol rosado fue sensible a las deficiencias y a los excesos de microelementos en el suelo. Para discernir entre ambos efectos, se comparan las producciones de materia seca de los tratamientos con abonadura completa e incompleta, por omisión de todos ellos. Rendimientos superiores de la fertilización completa definen una carencia nutritiva, que se identifica posteriormente con las respectivas líneas de fertilidad. Producciones menores del mismo tratamiento, acusan una cantidad excesiva de algún microelemento. En 8 de los 19 suelos se detecta una pobreza en micronutrientes. Los m icroelementos faltantes integran, generalmente, una carencia nutritiva múltiple, junto a uno o más macronutrientes PKCaMgS(N). Se identifican deficiencias de molibdeno (8 muestras), boro (5 muestras) y cinc (1 o probablemente 2 muestras). No se encuentran suelos pobres en manganeso o cobre. La deficiencia más frecuente, de molibdeno, puede presentarse sola, mientras que las de boro y cinc van siempre unidas a una falta de molibdeno. Sin embargo, corresponde al boro -en el suelo Purén- la más intensa deficiencia encontrada para un microelemento. En otros 7 suelos se observan interacciones negativas, causadas por la adición de boro (7 muestras) cobre (6 muestras), manganeso (5 muestras) y cinc (4 muestras), pero nunca por la de molibdeno. Cuando un mismo suelo es pobre en dos o más micronutrientes, es superior el diagnóstico carencial por la técnica del elemento faltante, siendo inadecuada la del elemento agregado. La nutrición nitrogenada de la leguminosa se satisface en todas las macetas por vía simbiótica, con cepas bacterianas eficientes que proceden de la propia semilla o del suelo, pues no se inocula ni se fertiliza con nitrógeno.